En esa época las enfermedades infecto-contagiosas debían ser sumamente controladas.
El ámbito escolar era un lugar propicio para el desarrollo de las mismas.
Solamente la viruela podía prevenirse mediante la vacunación.
El sarampión, coqueluche, paperas, difteria y fiebre tifoidea solamente se prevenían con la profilaxis adecuada.
El maestro debía realizar una revista diaria: con el fin de detectar tempranamente y aislar algún niño enfermo.
Fragmento de un informe dejado por el médico de sanidad escolar (13 de mayo 1918)
"Como medidad de grandes resultados para que el personal de la escuela pueda hacer facilmente la prolilaxis de las afecciones contagiosas, indicaré a la dirección la conveniencia de practicar entre los padres de familia una encuesta referente a las enfermedades infecciosas que han sufrido los niños. Sabido es que todas ellas, a excepción de la difteria que suele repetir, confieren la inmunidad después de un primer ataque, de manera pues que conozca cuales son las enfermedades infecto contagiosas que ha tenido cada uno de sus alumnos puede en cualquier momento ejercer una vigilancia más estricta."
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